A fondo: martha amuchastegui, pedagoga


¿No había sectores contestatarios? ¿Qué pasaba, por ejemplo, con los anarquistas?



Download 24.35 Kb.
Page2/7
Date10.07.2022
Size24.35 Kb.
#59156
1   2   3   4   5   6   7
Material Martha Amuchastegui
¿No había sectores contestatarios? ¿Qué pasaba, por ejemplo, con los anarquistas?
Es llamativo: hasta principios de siglo, ellos tenían sus propios colegios ya que estaban en contra de la enseñanza competitiva de la escuela pública. Además, no celebraban los actos que tuvieran relación con la formación del Estado ni sentían apego a los símbolos patrios. Pero resultó tan fuerte el peso simbólico que tuvo en la sociedad el hecho de concurrir a la escuela estatal, que los mismos anarquistas cerraron sus instituciones. De alguna manera, resultaba muy difícil escindirse de la legitimación que otorgaban los años de primaria, en el sentido de compartir enseñanzas y rituales. El espacio de todos.
¿Los festejos siempre se celebraron dentro de la escuela o también su utilizó la calle, el espacio público?
En las primeras décadas del siglo resultaba muy común que se realizaran grandes actos en las plazas donde concurrían miles de estudiantes con sus maestros y directivos. En la época de Yrigoyen, por ejemplo, hubo celebraciones que congregaron hasta 80.000 chicos que desfilaban tomando modelos de carácter militarizado. Algunos docentes protestaban por la utilización política de los actos y defendían la idea de que se realizaran en espacios abiertos, pero a nivel comunitario. Con el tiempo, el disenso se hizo más fuerte: un artículo publicado en 1942 en la revista La Obra, un medio de difusión docente no gubernamental, acusaba al gobierno de Ortiz de beneficiarse con el acto del 25 de mayo.
¿En qué se basaba la crítica?
Ese año el Ministerio de Educación había reunido a miles de estudiantes en la Plaza de la República (hoy Plaza de Mayo) para conmemorar la Revolución. La revista reconocía que el espectáculo había sido magnífico, pero se preguntaba quién obtenía los réditos de tanto despliegue. Afirmaba que para la cultura cívica nacional era mejor efectuar concentraciones en el barrio; así la escuela y el pueblo se identificarían profundamente. El reconocimiento al festejo resultaba tan explícito como la crítica: se reafirmaba la necesidad de celebrar, pero se discutía la implementación. Luego de que el país dejó de recibir inmigración en forma masiva, ¿perduró la idea de que los actos escolares servían para dar un barniz de argentinidad a los hijos de extranjeros? A partir de los años 30, la lucha contra la heterogeneidad cultural y de lenguas empezó a reemplazarse por un nacionalismo que enfrentaba al peligro encarnado en el comunismo. Se hizo mucho hincapié en el respeto a los símbolos nacionales contraponiéndolos con la amenaza internacionalista. En la década del 30 se reglamentó la versión oficial y obligatoria del Himno Nacional para las escuelas y se estableció el Día de la Escarapela y el de la Bandera. En 1936, la Iglesia logró que se incluyera la enseñanza religiosa en las escuelas de la provincia de Buenos Aires y, a su vez, los textos escolares dedicaron más páginas a las batallas militares. Esta fue la respuesta nacional a la dicotomía entre lo argentino y la amenaza internacionalista asociada a las fuerzas de izquierda.
¿Hubo épocas en que se celebraron fechas más políticas que históricas?
Sí. Fue bastante evidente durante la primera época del peronismo. No sólo hubo una presencia contundente de imágenes de Perón y de Evita en las escuelas y en los textos, sino que se impusieron nuevas celebraciones como el 10 de mayo, la nacionalización de los ferrocarriles y el Día de la Lealtad. El Ministerio fijaba pautas sobre la forma de desarrollar estos actos. La política entra al aula

Download 24.35 Kb.

Share with your friends:
1   2   3   4   5   6   7




The database is protected by copyright ©ininet.org 2024
send message

    Main page