“El dato estadístico global referido a los secuestros de cocaín efectuados a lo largo de esta ruta inducen a pensar que el correc Centroamericano asumió mayor relevancia respecto a la tradicio nal ruta del Caribe”, señala el informe de la DCSA de 2008.
De la zona de producción de Sudamérica, la cocaína llega Turquía, donde la escala aérea es en el aeropuerto de Ataturk Estambul, punto principal de las rutas aéreas provenientes de Áfril ca (Nigeria, Sudáfrica, Marruecos y Etiopía), para posteriormente distribuirse en Europa.
Entre las nuevas rutas que las autoridades tienen detectadas está una segunda ruta del Atlántico: desde Colombia hasta Estado Unidos, a través de África; es decir, aquella destinada exclusiva- mente para el mercado Europeo hace un viaje más hacia A ca del Norte.
La ruta del Sahel, “el borde del desierto”: recientemente ha tomado un papel estratégico la ruta transahariana, conocida la ruta del Sahel. La cocaína alcanza Cabo Verde y, sucesivamen te, en las costas de Mauritania, atraviesa Mali y Níger (a bordo vehículos tipo jeep escoltados), con destino intermedio en las localidades costeras de Argelia, Túnez y Libia.
En estos puntos, las organizaciones de traficantes árabes europeas envían los cargamentos de estupefacientes por mar, en barcos pesqueros, naves de pasajeros o bien en contenedores que. lleguen a los principales puertos europeos. Por vía área, la ¿ viaja desde estos puntos, directamente a España, Francia e Italiaj, donde el consumo va en claro aumento.
“Italia, como Rusia, está viviendo el boom de la cocaína que otros países vivieron anteriormente”, afirmó Antonio María Costa, director de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (uNoDc, por sus siglas en inglés).13
13 Daniele Mastrogiacomo, “Droga. África, el nuevo ‘El Dorado’ de los narcos”, La Reppublica, octubre de 2008, p. 42.
Las muertes de Giovanni Falcone y Paolo Borsellino fueron acontecimientos que dejaron una huella muy profunda en la sociedad italiana. Sus asesinatos, en 1992, significaron entonces el punto más álgido del desafio que la Cosa Nostra planteaba al Estado italiano.
Quienes vivieron esa época la recuerdan como un periodo de dolor, rabia. Días de una tristeza infinita pero, además, de mucha incertidumbre, porque parecía que nada podía frenar la ola de violencia que la mafia, para dejar claro quiénes eran los que mandaban, había desatado no sólo en Sicilia, sino en otras partes de Italia.
Los jueces palermitanos no eran los primeros muertos de la mafia; además de ellos existían centenares de personas los habían antecedido por haber luchado, haberse rebelado o simplemente por no haberse callado. Sin embargo, en ese momento ellos dos eran un símbolo claro de una verdadera guerra legal que estaban dando para que las cosas comenzaran a cambiar no sólo en Italia, sino en el mundo; de ahí el desconsuelo.
Prácticamente fueron ellos quienes comenzaron a entender que la mafia era, desde hace mucho tiempo, una organización globalizada, con negocios e inversiones en varios países del mundo, pero que además no trabajan solos: a su alrededor había un sin- fin de complicidades a todos los niveles, los cuales también habían comenzado a generar sus propios intereses.
dos, la gente se sumió en una reflexión sobre lo que debía hacer, pues las organizaciones aisladas no podían contra “el monstruo” del crimen organizado.
Don Luigi Ciotti narra:
Fue entonces cuando nos preguntamos: ¿hacemos sólo manifestaciones, marchas, denuncias, palabras? ¿Seguimos sólo llorando a los muertos?
Debo decir que había organización, pero cada uno por su lado, y luego de los atentados hubo una respuesta inmediata, pero lamentablemente las protestas se pierden en el tiempo y entonces dijimos:
¡Unamos las fuerzas! Y así fue y no sólo en el territorio donde ocurrió todo esto5.
Fue así como, en 1995, nació Libera,6 la asociación de nombres y números contra la mafia, que hoy en Italia agrupa a alrededor de 1 400 organizaciones civiles de todo el país que, sin perder su identidad y su razón de lucha —pues hay desde asociaciones de comerciantes, ambientalistas, empresarios, católicos, laicos, etc.—, hoy están coordinados para combatir la violencia, la ilegalidad, la corrupción y las complacencias que la mafia abandera y que por
se encontraban al interior de las cárceles para menores. Para 1968, este trabajo era mucho más intenso y más conocido. En 1972, después de terminar sus estudios en el seminario de Rívoli, fue ordenado sacerdote por el cardenal Michele Pellegrino, que le asignó la calle como iglesia. Don Luigi Ciotti ha sido y es un importante luchador de los derechos de los migrantes y de los enfermos de sida, además de un luchador activo contra la mafia. Ha publicado varios libros de carácter educativo, de trabajo social y de reflexión espiritual. Junto con Gabriella Vaccaro escribió PadTes, hzjos y droga y ¿Quién tiene miedo de las manzanas podridas? En 1993 fundó la revista Narcomafie, especializada en temas de mafia y antimafia, que desde entonces se publica mensualmente y es un importante referente sobre los temas del crimen organizado. En 1995 fundó Libera. En la actualidad es miembro del Consejo Pastoral de la Diócesis de Turín.
Cynthia Rodríguez, “Le ganan terreno a la mafia”, Excélsior, septiembre de 2008, p. 20.
6 Su Sitio web es www.libera.it.
En noviembre de 1990, Falcone dio una conferencia en el Bun— deskriminalamt (la oficina alemana para la lucha contra la criminalidad), en Wiesbaden, donde afirmó:
Organizaciones como las tríadas’ chinas, la Yakuza2 japonesa, la mafia rusa,3 están todas dotadas, a la par de la mafia, de sus propias estructu— ras formales —jerárquicamente organizadas—, de gran flexibilidad, con gran capacidad de transformarse en tiempos extraordinariamen-. te breves a cualquier tipo de actividad ilícita. Estas organizaciones gozan de larga disponibilidad financiera, hacen uso de la violencia y de cualquier forma intentan garantizarse el control de la policía y de los jueces, además de la complicidad del poder político.
Dieciséis meses después, lo asesinaron, y tras los atentados del 1992 en la ciudad de Palermo, la lucha social de ese país dio ii giro y, en consecuencia, también comenzó a adquirir otras dimei—
El sacerdote Luigi Ciotti señala que, después de estos atenta
Tríada es un término genérico para designar a ciertas organizaciones crimina les de origen chino que tienen su base en Hong Kong, Taiwán y China continenta así como ramificaciones entre Sectores de las diversas diásporas. Se dedican al tráfiç ilegal de personas, la falsificación de tarjetas de crédito, los talleres clandestinos, la fa1 sificación, venta y distribución de todo tipo de productos, la prostitución, las clínica ilegales, las muertes por encargo, etc. Blanquean en Otros países los beneficios de heroína que introducen en Estados Unidos desde sus campos en Tailandia y Laos.
2 Yakuza es el equivalente japonés del crimen organizado, que data del siglo xV Es una de las mafias más antiguas y poderosas. En la actualidad está dividida en 3 clanes, con alrededor de 100000 afiliados, donde el más importante es el denominad Yamaguchi-gumi.
Mafia rusa es el nombre con el que se identifica a varios grupos de criminal organizados en Rusia que surgieron en la década de 1990, durante el desastre ecofló mico, después de la caída de la Unión Soviética. De acuerdo con especialistas, la maf rusa está organizada de forma similar a la italiana, es decir, como la Cosa Nostra.
Don Luigi Ciotti (1945) es un sacerdote y periodista italiano que ha dedicao gran parte de su vida a luchar contra las drogas. Nació en un lugar que se llama Pl ve di Cadore, en el Véneto, pero a los cinco años emigró con sus padres a la ciuda de Turín. En 1966, cuando tenía 21 años, creó el Grupo Abele (el cual actualmente continúa sus trabajos) para ayudar a las víctimas de la droga, sobre todo aquellas que lo mismo sigue dañando a poblaciones enteras, como ha comprobado, por ejemplo, la asociación Legambiente con el tráfico ilegal de desechos en algunas comunidades, en las que dificilmente se pueden estimar los daños al ambiente que también repercuten en la salud de la población.
Para Ciotti, el mayor problema que se ha de combatir es el de la cultura mafiosa, aquella de los favores, de pretender una serie de atenciones de manera no legal.
Ahí es donde se requiere la batalla contra la cultura mafiosa, que es el aspecto más dificil, el mental; éste es el papel que la sociedad responsable debe tener, estimulando a las escuelas, construyendo proyectos y pedirle a la política que favorezca todos estos proyectos.
El cambio necesita de nuestra contribución, de nuestro trabajo, de nuestra propia coherencia. Porque sólo uniendo las fuerzas es posible hacer una propuesta cultural, educativa, política y social diversa.
Es así como la criminalidad y el poder detrás del poder que las diversas mafias han consolidado en Italia desde hace más de un siglo han traído también cosas buenas: la lucha social, que en esta parte del mundo ha logrado cambios importantísimos, incluidas las leyes para combatir realmente al crimen organizado, desde los programas escolares para inculcar la justicia y la legalidad en las primarias de todo el país, hasta la confiscación de bienes que alguna vez fueron propiedad de los mafiosos para uso social, pasando por campamentos de verano abiertos a estudiantes de todo el mundo para trabajar en los terrenos recuperados, e incluso la impartición de diplomados en algunas universidades italianas para combatir profesionalmente a estos grupos, no sólo a través de la policía y las armas.
De hecho, en Italia se considera que la confiscación de bienes para uso social ha sido el parteaguas en esta lucha, pues en pro—
piedades de los mafiosos hoy se realizan distintos proyectos en beneficio de las comunidades que antes estuvieron sometidas a un hombre o a una familia.
Por ejemplo, el 28 julio de 2008, la autoridad italiana informaba que un total de 230 inmuebles incautados a la mafia (en ese año), entre ellos las casas de jefes de la Cosa Nostra como Toto Ru— na o Giovanni Brusca, se utilizarían para proyectos educativos y de formación profesional.
Cuatro días después, se daba cuenta de que la casa del condenado a cadena perpetua en junio de 2008 Francesco Schiavone, alias Sandokan, el temido jefe de los Casalesi, uno de los clanes más importantes de la Camorra, también se donaría a la comunidad.
Su casa, hecha a imagen y semejanza de la de Tony Montana, personaje al que le dio vida el actor Al Pacino en la película Sca rfa- ce (Brian de Palma, 1983), y que se conocía como la “casa de Scar— face” por su imJresionante parecido, pasará a la sociedad, aunque actualmente esté en ruinas, pues cuando detuvieron a los jefes del clan de los Casalesi ésta fue saqueada por los propios mafiosos. Aun así, se recuperará y servirá para e1 trabajo comunitario.
Un año después, el 28 de julio de 2009, el Ministerio del Interior finalmente destinó recursos (un millón y medio de euros) para transformar tres casas en Corleone, Sicilia, que antes fueron de Bernardo Provenzano y otro capo llamado Giovanni Genovesse [sic].
Los proyectos aprobados para estas casas son el de una librería, que será manejada y administrada por los jóvenes de Corleone y además servirá de espacio para que éstos puedan discutir sobre mafia y antimafia; el otro consistirá en una tienda donde se venderá todo lo que se produce en otros bienes confiscados a los capos mafiosos.
La ley 109/96 establece que para que un bien incautado pueda ser aprovechado por la sociedad, debe existir un proyecto perfectamente sustentando, incluida su manutención, para que pueda ser realizable.
UN PROBLEMA DE TODOS
UN PROBLEMA DE TODOS
Todo esto es realidad gracias a la ley 109/96 sobre la reutiliza— ción social de los bienes confiscados a las mafias que, desde hace 13 años, existe en Italia, gracias a la lucha que la población civil inició aquí desde hace mucho tiempo para hacer de esos bienes símbolos tangibles del restablecimiento de la legalidad.
Davide Patti, responsable de la sección de Bienes Confiscados de la asociación Libera, asegura:
La cuestión de patrimonio de la mafia es una cuestión que en Italia tiene varios años, vista como una de las modalidades más eficaces para derrotar a la mafia, porque es importante lo que hace la justicia cuando se captura a los prófugos, pero cuando se les quitan sus riquezas, los despojan de ese patrimonio que de alguna manera han acumulado sobre la piel de la dignidad de las personas; ése es el golpe más fuerte que se le puede dar a una fuerza criminal que todavía existe.
La confiscación de bienes nació en 1982, impulsada por Pío La Torre, un político de Palermo que el 30 de abril de ese año fue asesinado por la Cosa Nostra.
Esta ley se aprobó meses después de su muerte, y prácticamente ha permitido, en estos 26 años desde que existe la ley, la confiscación de
8 Cynthia Rodríguez, “Piden traer a México red italiana antimafia”, Excélsior, octubre de 2008, p. 17.
La mañana del 30 de abril de 1982, Pío La Torre (1927) fue asesinado junto con otro político, Rosario Di Salvo (1946), a las puertas de la sede del Partido Comunista en Palermo, del cual ambos eran miembros, el primero desde 1960 y el segundo desde 1971. Pío La Torre concentró su lucha desde muy joven a favor de los campesinos. En
1969, siendo importante dirigente de su partido, se fue a Roma para dirigir la primera Comisión Agraria. En 1972 fue electo diputado y, siempre preocupado por el campo y la agricultura, propuso una ley que introducía el delito de asociación mafiosa y una norma que ya preveía la confiscación de bienes a los mafiosos. En 1981 regresó a Sicilia y un año después lo mataron. En 1992 el mafioso arrepentido, Leonardo Messina, reveló que Pío La Torre había sido asesinado por órdenes de Totó Riina, pues le molestaba esa ley que buscaba quitar sus bienes a los mafiosos.
casi 10000 bienes inmuebles. Hablamos de casas, villas, departamentos, cobertizos, terrenos, haciendas y, bueno, aquí se unen todos los bienes como las cuentas bancarias, títulos inmobiliarios, acciones”.
Entonces, explica Patti, estos bienes, después de la aprobación de la ley, iban aumentando a medida que pasaba el tiempo, pero nos comenzamos a cuestionar qué se hacía con ellos, porque antes quedaban inutilizados.
Así, cuando nace Libera, en 1995, recolecta más de un millón de firmas para aprobar la ley 109 de 1996 (109/96) sobre el uso social de los bienes confiscados a la mafia, y en estos 13 años el Estado ha confiscado cientos de bienes que se han convertido en escuelas, centros recreativos, centros de trabajo y aun en pequeños hoteles manejados por comunidades que una vez fueron explotadas por los grupos mafiosos.
Sin embargo, en esta lucha parcialmente ganada aún hay mucho por hacer, pues algunas veces la burocracia, y en otras las hipotecas bancarias, no permiten que estos inmuebles se entreguen con prontitud a las diferentes comunidades para sacar provecho de ellos. Se calcula que actualmente hay 700 bienes hipotecados que ninguna organización puede usufructuar.
Este joven abogado que trabaja para recuperar propiedades en poder del crimen organizado, explica:
El uso social de esta ley de bienes confiscados parte de la premisa que trata de derrotar a esta mafia en lo que es su punto fuerte, que es el consenso, porque en algunas partes de Italia son fuertes porque cuentan con él. Consenso que no sólo significa colusión política, económica, convivencia social, complicidad, etc.; el consenso existe porque muchos mafiosos dan trabajo, pero un trabajo negro, sin seguridad social, sin dignidad, que lo convierte en una nueva forma de la esclavitud. Personas que reclutan en las calles para llevarlas ya sea a algunas obras o al campo para trabajar por unas cuantas monedas.
Y aunque hay personas que creen que no va a cambiar nada —y he ahí otra forma de consenso, porque también lo hay en la resignación y en la indiferencia—, nosotros decimos que no, que debemos partir de la idea de que se puede cambiar. Los bienes confiscados tienen como objetivo sembrar en conjunto realidades distintas, la del. alcalde, del magistrado, de las fuerzas del orden, de las instituciones competentes, de las diferentes comunidades, regiones, provincias, de asociaciones, cooperativas, de parroquias, de escuelas, de sindicatos, de universidades, pueden entender mundos tan diversos, pero si cada quien hace su parte, es exitoso.
Las dificultades son muchas, las hay que bloquean el procedimiento para el uso social de los bienes confiscados, muchos de ellos gravados por las hipotecas bancarias, luego están los ocupados por los familiares de los mafiosos y después los que se quedan abandonados; es en este momento cuando, para nosotros, sobreviene la derrota del Estado, porque la gente puede decir: cuando estaba el mafioso, al menos trabajaba, y ahora que lo tiene el Estado todo está abandonado.
Para Davide Patti, un edificio que puede ser la sede de una asociación (como la de Libera, en Roma, que hasta hace pocos años era un burdel de lujo que operaba otro grupo criminal conocido como la Banda de la Magliana,bo) o una ludoteca para niños, que
lO La Banda de la Magliana fue el nombre que el periodismo italiano le otorgó a la más poderosa organización criminal que ha existido en Roma, la cual nació en 1976 con delincuentes de distintos barrios romanos, como Trastevere, Testaccio, Acilia, Ostia, Alberone y de la Magliana, de donde tomaron el nombre. Esta banda se dedicaba a todo tipo de delitos, como el tráfico de armas y drogas, el secuestro, el juego, además de que se presumía que sus integrantes tenían nexos con miembros de la Cosa Nostra, la Camorra y la ‘Ndrangheta, pero también con importantes políticos y miembros del Vaticano, sobre todo con aquellos que tenían que ver con las finanzas. Su poder comenzó a declinar en la década de 1980. En 1990 fue asesinado Enrico De Pedis, alias Renatino, considerado el último capo de la banda. A Renatino y otros jefes de la Banda de la Magliana les fueron confiscados bienes por un valor de 80000 millojies de dólares, producto de sus diversos negocios.
alguna vez fueron el símbolo del poder mafioso, se convierten en fuentes para las comunidades liberadas de la mafia.
“Por eso la 109/96 es una ley de participación de democracia, de gran oportunidad para las asociaciones, de involucrar todas las realidades de nuestro territorio.”
Así, las diversas organizaciones civiles se reinventan cada día para regresar a las comunidades lo que la mafia les ha quitado, principalmente la dignidad.
Como ocurre en la Plana de Gioia Tauro. Ahí, en la comunidad de Polístena, donde operan las familias Longo y Versace, se encuentra la cooperativa social de labor y producción Valle del Marro—Libera Tierra, la primera que comenzó a operar en Calabria, pues aunque en esta región han confiscado varios bienes, todavía falta que se liberen recursos para que comiencen otros, como en San Luca, que siguen pendientes.
En Valle del Marro son un total de 60 hectáreas que hace algunos años se le confiscaron a la ‘Ndrangheta y donde, a partir de 2004, trabajan 15 jóvenes de la zona bajo el régimen de agricultura biológica en la producción de chile, aceitunas, berenjenas, miel y, sobre todo, aceite de oliva extravirgen, que es el orgullo de la cooperativa porque actualmente está considerado como uno de los mejores de toda la Calabria.
Aquí las cosas no siempre han marchado bien, pues esta cooperativa ha sufrido de algunos ataques, de algunos robos, pero esto, que en la cooperativa toman como intimidaciones a su labor, no ha hecho que los trabajos se detengan.
Don Pino De Masi, párroco de la Iglesia Santa Marina Vergine ubicada en el centro de Polístena, y que representa a la cooperativa Valle del Marro, asegura que quienes trabajan en ella son un grupo de jóvenes que hicieron su elección ética, decidieron de
Datos de la Relación de la Comisión parlamentaria Antimafia de la XV Legislatura.
qué parte estar, rechazando la lógica del compromiso, la apatía de la aparente tranquilidad y la resignación cultural a la omnipotencia mafiosa.
Por otro lado, reconoce que podría haber más jóvenes trabajando, lamenta que falten recursos para aumentar el trabajo, pero ni él ni los jóvenes que ya están se rinden. Trabajan desde esa rea— lidad y saben que en una tierra como en la que nacieron por algo. se tiene que empezar si de verdad quieren cambiar las cosas.
De Masi, afirma:
La nuestra es una revolución cultural que se basa en la formación, en la información para el desarrollo, porque es importante. La prensa sólo habla de la Calabria cuando hay muertos, cuando hay fraudes, pero también se tiene que hablar de lo positivo que se hace en esta tierra, porque lo positivo es lo que nos va a hacer cambiar las cosas verdaderamente.
En la parroquia donde ha aceptado platicar y hablar del cambio cultural que comienza a haber en esta comunidad de sólo 11 500 habitantes, De Masi señala que a pesar de los cambios habidos, Italia no vive un periodo feliz en lo que se refiere a la lucha contra la mafia.
Aquí, desgraciadamente, hay quien se hace el profesionista contra la mafia, es decir, que se llena la boca de lucha a la mafia, que lo utiliza para hacer carrera, pero nada más. Hay mucha gente que vive en lo que llamamos esta zona gris que es cuando está de un lado o del otro, según le convenga, pero eso no nos debe desmoralizar, porque es una guerra continua.
Al respecto, don Luigi Ciotti, agrega:
Nosotros ya no hablamos más de la legalidad, porque es un poco como el agua lavada, palabras vacías del verdadero valor. Todos pueden hablar de la legalidad, aun quien no la practica, quien la ataca, por eso la primera mafia que se ha de combatir es la de las palabras, y darle el justo valor y justo significado que éstas tienen.
Nosotros hablamos de la educación de la responsabilidad, que cada uno asuma la propia para que las cosas cambien. Debemos pedir al Estado, a la política, que también haga su parte, pero asimismo, los ciudadanos debemos reaccionar, tener más coraje y que no cada quien se vaya por su lado.
Para este hombre, que prácticamente ha empeñado su vida en las labores y las luchas sociales, el secreto del cambio está en ser protagonista de los hechos, es decir, tener proyectos y objetivos muy claros.
Necesitamos promover la justicia y la legalidad en cada uno de los aspectos de la vida cotidiana, no debemos decir palabras, repetir lo mismo, basta con la política sucia, basta con la corrupción, basta con la palabrería.
Porque el problema no es sólo el pez mafioso, sino las aguas mafiosas de las que también se alimenta este pez, porque la mafia corrompe, y muchas veces son personas con cara de ángel, de ahí que se necesiten expertos, profesionistas para desenmascararlos y entonces dar el combate en general, no sólo contra los mafiosos, sino contra quien permite hacer todo esto.
Para el ex presidente de la Comisión Antimafia del Parlamento Italiano y catedrático de la Universidad del Aquila sobre psicología aplicada al análisis criminal y ciencias de la investigación, Francesco Forgione, para combatir de verdad al crimen organizado, llámese mafia o narcotráfico, se necesita tener una legislación a nivel mundial contra estos grupos.
Él, que como presidente de la Comisión Parlamentaria Antimafia aprobó importantes iniciativas, entre las que se encuentran la ley de la disolución de consejos comunales por infiltración mafiosa, la primera iniciativa del Parlamento sobre la ‘Ndrangheta, el código para la formación de la lista de los partidos para impe-. dir que quienes son sometidos a juicio por delitos de mafia puedan ser candidatos, y la primera ley que reconoce a las víctimas de la mafia a escala nacional, equiparándolo a las víctimas del terrorismo, asegura que el tema central es definir un espacio jurídico para combatir a las mafias que hoy por hoy no respetan ni territorios ni autoridades ni barreras de ningún tipo.
Por ejemplo, en Europa lo tenemos como tarea obligatoria; sabemos que se necesita definir un espacio jurídico europeo, porque, hablando de territorio europeo, aquí conviven las mafias balcánicas, la rusa, la nigeriana, casi siempre junto con la ‘Ndrangheta, que controlan gran parte del territorio.
No podemos seguir luchando contra mafias supranacionales con instrumentos nacionales ni tampoco limitarnos a la individuación de delitos transnacionales. A éstos deben corresponder instrumentos jurídicos transnacionales, si no, es imposible.
El ex parlamentario señala que aunque Italia comenzó a cambiar su legislación al respecto, desgraciadamente después de hechos trágicos y con una lógica de emergencia, sus leyes han evolucionado y mejorado a tal grado que hoy pueden ser un ejemplo para otros países que buscan combatir este tipo de crímenes.
Por ejemplo, en Italia existe el artículo 416 bis, que individua el delito de asociación mafiosa y lo separa del de asociación delictiva. Con esta distinción (asociación mafiosa) se pueden lograr penas más fuertes contra la penetración de la mafia en la administración pública, el control de contratos públicos, el financiamiento
público y el uso de la violencia y del poder de intimidación con la ayuda de la violencia, que siempre tiene como objetivo conquistar el poder.
De esta manera viene descrita la tipología de la organización mafiosa, que no es lo mismo que una organización criminal normal.
En ese país también existe la ley de colaboradores de lajusticia,12 conocida también como la ley de los arrepentidos (pentiti), impulsada fuertemente por los jueces Giovani Falcone y Paolo Borsellino y aprobada en 1991, que en un principio sirvió para romper el muro de la omertá de la organización mafiosa, en un primer momento de la Cosa Nostra en Sicilia.
Forgione, explica:
Éste es un instrumento fundamental que pedía Falcone desde hace años, porque las mafias viven del vínculo de secreto interno, de la omertá. Después de la ley de los pentiti y después de las tragedias (los asesinatos de los jueces) se aprobó otra ley donde se establece el régimen especial para los mafiosos en las prisiones, el 41 bis,’3 donde lo que se busca es aislarlos, lo cual es fundamental, porque los jefes continúan ejerciendo su poder desde la cárcel, su control sobre las fami— 12 La ley de colaboradores de justicia, o pentiti, se instauró en Italia a finales de
la década de 1970 enfocada más bien a los terroristas y que a través de ella pudieran reducirse las penas de quienes decidieran colaborar con las autoridades. Después de un largo debate social y judicial sobre esta ley, el 29 de mayo de 1982 quedó establecida como “ley para los arrepentidos”, la cual preveía una serie de beneficios para quien confesara sus propios delitos y colaboraba con la policía y los jueces para reunir más pruebas decisivas para poder capturar a otros criminales terroristas. De ser así, los pentiti podían reducir una tercera parte de la pena a la que se hicieran merecedores. Otras atenuantes ligadas a la colaboración de justicia se introdujeron en 1980 con referencia al secuestro de personas y a la denuncia por extorsión, y en 1990 —pero no fue aprobada sino hasta 1991— respecto a los delitos de tráfico de estupefacientes o de asociación para los delitos de criminalidad organizada.
13 El 41 bis se refiere al régimen penitenciario diferenciado entre los mafiosos y los mafiosos arrepentidos, pues mientras que los primeros viven en un régimen verdaderamente duro —pues están aislados de la demás población carcelaria, las horas de visita son menores, etc.—, los mafiosos arrepentidos pueden sortearlo. has. Con el 41 bis, que es el aislamiento total, se establece entonces:
la ruptura.
El ex parlamentario asegura que ésta es la herencia más impor.. tante de Falcone, es decir, la individuación de los instrumentos.
unitarios de combate, y pedirlos, como la ley de los arrepentidos,, para investigar desde el interior de las mafias y golpear el muro de la omertá, la coordinación de investigaciones de las procuradurías con la Procuraduría Nacional Antimafia, la aplicación del 416 bis, del delito asociativo, por el cual se es corresponsable de una serie de delitos.
Por ejemplo, explica Forgione, la adhesión a la Cosa Nostra de por sí es un delito, independientemente de que se hayan cometido otros, como extorsionar, amenazar, matar, etcétera.
Otra ley importante en Italia, como se ha mencionado, es la 109/96, relativa al uso social de los bienes confiscados.
Cuestión importantísima, porque se rescata para la gente lo que los
mafiosos emplearon mal durante años.
Al pasar de los años, con todas nuestras problemáticas y las tragedias que nos ha tocado vivir, organizamos la máquina de la justicia. Se creó la Procuraduría Nacional Antimafia con funciones nacionales de coordinación de las investigaciones y en los distritos judicia— nos están las direcciones distritales antimafia, esto quiere decir que la magistratura también se adecuó. En esto somos un modelo.
Forgione pone énfasis en estas leyes porque, si bien en Italia han tenido importantes avances, en la relación con otros países, especialmente fuera de Europa, las tareas de investigación y combate no pueden avanzar cuando el nexo con los demás países sóio está a nivel de intercambio de información, aunque en muchos casos ni siquiera eso existe.
Por ejemplo, con Estados Unidos ha habido momentos de extraordinaria colaboración, cuando constituía una grave emergencia a causa de las relaciones entre la Cosa Nostra de Sicilia y la Cosa Nostra estadounidense, relación que renació hace dos años con la Operación Oid Bridge, que ha traído una serie de arrestos conjuntos entre Italia y Estados Unidos; así como con la matanza de Duisburg, la colaboración que existe entre la policía italiana y la policía alemana.
Pero esa colaboración no quiere decir que se agrega a la unificación de la instrumentación jurídica, por eso cuando se ha pedido la confiscación de los bienes en Alemania, la magistratura de ese país no quiso reconocer nuestro procedimiento porque para ellos esos negocios eran limpios. Esto significa que, uno, aun en Europa es necesario que en todos los países exista el delito de asociación de tipo mafioso; dos, que haya una legislación que prevea la confiscación preventiva de los bienes, y tres, instrumentos como las intervenciones telefónicas y ambientales, que son fundamentales para la investigación.
Pero también creo que la lucha contra la mafia, la antima— fia, debe convertirse en una gran dimensión social, porque sin la reconstrucción de una ética pública que castigue la política de todas las relaciones con la mafia y la economía mafiosa, la lucha contra la mafia se quedará sólo en el espacio de los tribunales, donde puede haber condenas pero no puede existir la victoria social en esa lucha, y por eso me pregunto frecuentemente cómo construir las respuestas extrapenales, paso mi vida de gira por escuelas, universidades, en busca de jóvenes, centros sociales, parroquias, porque creo que ahí está la posibilidad de construir una cultura en la cual se acabe esta fascinación que las mafias provocan el carácter emulativo de la riqueza fácil, el aprovechamiento a toda costa de la cultura patriar— cal y del proceso del control. Si no hacemos esto, no vamos a vencer.
Pietro Grasso, el procurador nacional antimafia que ha luchado desde el Estado contra la criminalidad organizada escribió en
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UN PROBLEMA DE TODOS
UN PROBLEMA DE TODOS
su libro’ que para combatir a la mafia se necesita reconstruir democracia, con el trabajo de todos, sea de los ciudadanos, sea de los diferentes colores que representan la política, en las institucio,. nes, en los sindicatos, en los movimientos, en las asociaciones.
La antimafia que se orienta directamente a la represión de la crimi-. nalidad mafiosa debe acompañarse de la antimafia de lo correcto en’ la política y del mercado, de la eficiencia en la administración pública, del buen funcionamiento de la escuela.
Un partido, un gobierno, un Estado que operaran en esta dirección merecerían la confianza de los ciudadanos —condición esencial para no reducir la lucha contra la mafia a una guerra entre buenos y malos—, para, posteriormente, atribuirle la dignidad de un empeño por la conquista de la libertad, de la democracia, de una mayor justicia social.
Así lo indica Grasso, un hombre que ha adoptado entre sus tareas cotidianas, como muchos magistrados italianos, asistir a escuelas para hablar sobre estos temas a los niños y los jóvenes.
Además, coincide en señalar que las instituciones y la sociedad civil deben dar un salto cualitativo, es decir, pasar de las emociones al proyecto.
El problema es asociar los valores a los intereses, unir la lucha a la mafia con un proyecto de desarrollo económico, reforzando la economía legal, y a un proyecto de participación democrática. Se necesita incentivar la cultura de la participación, que es exactamente lo contrario a la cultura de delegar todo al otro. Los procesos de liberación no vienen a través de delegarlos a un libertador, sino se dan a través de un empeño coral, cotidiano.
Necesitamos de una nueva alianza, una nueva solidaridad entre
‘ Pietro Grasso y Alberto La Volpe, Per non monte di mafia, Sperling & Kupfer, 2009.
quienes producen formación y cultura y quienes producen legalidad, con programas alternativos y constructivos que hagan sentir a los jóvenes sujetos y no objetos marginales de esta sociedad, que frecuentemente los empuja al aislamiento y a la hostilidad.5
Señala que para que la sangre de Falcone y Borsellino no haya sido derramada en vano, se necesita la constante presencia de todos, pues la peligrosidad es la actualidad del fenómeno mafioso, y su sacrificio debe quedar como ejemplo a las conciencias de todos.
Al momento de terminar este libro, en México se informaba que en los primeros siete meses de 2009 se habían contabilizado 4001 víctimas como resultado de la guerra interna que libran el crimen organizado y el narcotráfico.16
Entre todas estas muertes, sobresalían las de los civiles, hombres, niños y mujeres que nada tenían que ver ni con el crimen organizado ni con los policías que lo están combatiendo. Les tocó, como se dice en México, por haberse encontrado en el momento más inoportuno y en la hora más equivocada.
¿Cuántas víctimas más faltan? ¿A cuántos más les tocará? ¿Seguiremos sólo llorando a nuestros muertos?
15 Ibid.
16 “Violencia rompe récord: 4 mii ejecutados en sólo Siete meses”, El Universal, julio de 2009, p. 1.
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