9 El embargo de la cocaína
Para el 11 de abril de 2008, ios carabineros habían identificado dónde se encontraba el paquete con la droga que no se había podido vender.
Ésta es la historia de lo que pasó con la cocaína, según el infor— del Departamento de Operaciones Especiales de los carabine(ROS, por sus siglas en italiano).
Desde las 8:40 de la mañana se dieron cuenta de que Pasquale Schirripa salía de su casa en su auto (el mismo Alfa Romeo 147 de color negro con el que había ido por su hijo al aeropuerto), en dirección al centro de Marina di Gioiosa lonica.
Eran las 10 de la mañana cuando Pasquale Pugliese telefoneó Giulio para decirle que estaba por alcanzarlo en su casa.
A esa misma hora se estacionaba un Renault Clio de color azul oscuro, conducido por un hombre de unos 30 años, quien permaneció en la casa de los Schirripa tan sólo 15 minutos.
Apenas se había ido, llegó Pugliese a bordo de un Fiat Tempra de color blanco. Él se demoró en casa de los Schirripa un poco más: 17 minutos; cuando eran las 10:32, salió, se subió a su auto y se fue.
Once minutos más tarde, es decir, a las 10:43, a bordo de un Citroén C3, arribó una mujer de larga cabellera castaña, vestida con jeans y una chamarra blanca. Era Anna Maria Schirripa.
A las 11 en punto, Giulio salió de su casa para dirigirse cuarto posterior. Nervioso, miraba a su alrededor. De este c salió con una pala y un pico, para dirigirse a pie rumbo al 1
Apenas cinco minutos después, ya en el bosque, a unos metros de su casa, comenzó a cavar un hoyo, y antes de que minara, lo alcanzó Teresa. Entonces, él se alejó para dirigirs nuevo al cuarto posterior de su casa, donde permaneció no de dos minutos.
Cuando Giulio salió nuevamente, llevaba consigo una sa de color blanco con rojo, como las que dan en los superi dos. Apresuradamente, llegó a donde estaba Teresa, el sitio que había cavado el hoyo, y en él metió la bolsa e, inclinánd lo recubrió de tierra.
Antes de que Giulio terminara esta operación, Teresa regr su casa, lo que también hizo Giulio, al cuarto de donde había sac do la pala y el pico, una vez que concluyó. A las 11:30, éste voI a salir, ahora con otra bolsa en la mano, y se dirigió a la donde estaba Anna Maria, a quien le entregó la bolsa.
Cinco minutos después, el padre de familia llegó en el misJ auto en que había salido, con bolsas de despensa y algunas bot has de vino. A las 11:40, Anna Maria dejó la casa de sus padres su propio auto.
A las 12:15, Pasquale Schirripa volvió a salir, para posterioÍ mente regresar a las 12:48. A las 13:15 horas, Anna Maria esi ba de vuelta en la casa, esta vez con un niño; ambos salieron a 15:00 horas.
Dos horas después, a las 17:08, Stacy volvió a llamar a Giui para decirle que Christopher le dijo por teléfono que sus distri dores no le habían creído.
“No puedo hacer nada, tendré que esperar a que vengan a Itai ha y tomen el control”, respondió Giulio. Éste llamó a Stacy 1 minutos después, para que le explicara más claramente el proble
ma con Chris, pues para él quedaba claro que desde el día anterior e habían puesto de acuerdo en lo que debían hacer.
“Ayer en la noche Chris los fue a buscar y se comportaban como bestias, lo insultaron y amenazaron. Chris trató de explicarles que ustedes dos eran personas confiables porque han trabajado juntos, pero, cual bestias, no aceptaron excusa alguna”, le contó Stacy a Giulio, según la llamada registrada a las 17:24 horas del 11 de abril.
A las 18:30 horas de ese mismo día, los carabineros, que, además de observar, videograbaron todos los movimientos de los Schirripa, se dieron cuenta de que Giulio salía nuevamente de la casa para dirigirse al bosque, al mismo lugar en el que horas antes había enterrado la bolsa, para verificar que todo estuviera en orden. De regreso a la casa, estuvo con sus padres, en la terraza, durante cerca de media hora. Después, los tres volvieron a entrar.
“La investigación se hacía cada vez más interesante, porque ya sabíamos que no sólo los italianos estaban involucrados, sino que estábamos ante la presencia de otro grupo, asimismo importante, como el cártel del Golfo, fue entonces cuando decidimos ‘robar’ la cocaína o, mejor dicho, confiscarla sin arrestar a nadie”, señala D’Angeloantonio, quien estuvo a cargo del Operativo Solare.
El capitán del ROS hace una pausa para explicar que el decomiso de la droga se hizo de acuerdo con la normatividad italiana, ya que los estupefacientes pueden confiscarse en un arresto diferido, autorizado por la magistratura.
“De esta manera tuvimos la posibilidad de comprender cuál sería la reacción tanto de la organización que les daba la cocaína como de ios Schirripa.”
Y así fue. Después de haber observado detalladamente ios movimientos de cada uno de los integrantes, a las 19:50 horas el escuadrón decidió acercarse al lugar donde Giulio había escondido la bolsa.
En segundos, los agentes cavaron, desenterraron la bj sa, volvieron a cubrir el hoyo y, asegurándose de que nadie 1 viera, la confiscaron para transportarla a la Oficina del Escu drón de Cazadores de Calabria, donde se analizó. Dentro de c estaba el polvo blanco, cuyo examen dio positivo a la cocaí distribuido en tres paquetes rectangulares. Su peso total era 3.334 kilos.
Los lazos entre la familia Schirripa (Pasquale, Vincenz Anna Maria, Teresa Roccisano y Stacy Minlionica), Pasqua Pugliese, Giuseppe Sansotta, Maria Argiro y la ‘ndrina Aquiri Coluccio —plenamente identificada con la ‘Ndrangheta a tray de Aldo Carmelo Bombardieri y con el cártel del Golfo a tr vés de Christopher Castellano y Javier Guerrero— dejaron
ser una simple sospecha. Así, la indagación que había c
do en febrero de 2008 tenía muchos elementos que fortalecía el evidente nexo.
D’Angeloantonio señala:
Durante varios días no logramos entender de quién era este nue yo distribuidor, pero una vez que Giulio viajó a Calabria y logi mos interceptar las llamadas que hacía con el nuevo distribul
en Estados Unidos, en particular con Javier Guerrero, y, poste riormente, con otro sujeto al que sólo llamaban “Nacho” [...] (des pués supimos que se llamaba Ignacio Díazl), las cosas comenzarol a aclararse.
Transmitimos esta información a los colegas norteamericanoS quienes la consideraron importante porque, dijeron, el tal Nach estaba en contacto con Javier Cerda, un mexicano que de tiempo atrás era investigado en Estados Unidos, y porque contenía datos d las células del cártel del Golfo en Nueva York.
Para entonces se había fortalecido la colaboración entre las autoridades estadounidenses y las italianas, y dentro del Proyecto Reckoning se sumaron diversos elementos contra el cártel del Golfo.
Las pruebas que arrojaron las conversaciones interceptadas ofrecieron información que evidenció que los Schirripa empezaron a tener verdaderos problemas para relacionarse con el cártel del Golfo [...] Se entendía —continúa el capitán— que tenían terror de demo— rarse con el pago. Terror, porque temían por su vida [...] Pero, por otro lado, también veían la conveniencia de pagar esos tres kilos que nosotros ya habíamos confiscado, porque de las conversaciones se entendía, asimismo, que esta organización mexicana [el cártel del Golfo] disponía de una cantidad impresionante de cocaína, y entonces era claro el interés de la organización criminal ‘ndranghetista y de los Schirripa por mantener una relación privilegiada con esta organización para contar con un canal nuevo para adquirir el estupefaciente y poder importarlo.
Como prueba de esta disponibilidad inmediata del cártel del Golfo, recién descubierta por los agentes italianos, estaba la información de algunos decomisos que se habían logrado precisamente con los operativos Dos Equis y Vértigo.
El abril de 2007, en la ciudad de Tampico, en Tamaulipas, la policía local, en colaboración con personal de la DEA, logró un decomiso de 11 toneladas de cocaína, pero además se confiscó documentación contable que, tras un análisis de las autoridades norteamericanas, demostró que durante 2004 la célula comandada por Miguel Treviño había importado a Estados Unidos cerca de 80 toneladas de cocaína.
El 30 de noviembre de 2007, en la ciudad de Panamá, se atajó el envío de 2.4 toneladas de cocaína, que también debía llegar a Estados Unidos.
1 Ignacio Alberto Díaz nació en República Dominicana el 31 de julio de 1968,
residente en Nueva York.
Durante 2008, siempre dentro del Operativo Dos Equis confiscaron 11 millones de dólares provenientes del narcotrí en Estados Unidos: seis el 2 de abril, en Nuevo Laredo, y cincc 8 de abril, en la ciudad de Atlanta.
En el contexto del Operativo Vértigo, el 25 de julio de 2 la DEA decomisó, también en la ciudad de Atlanta, dos mil1ones dólares y armas pertenecientes a la célula de Heriberto Lazca? Dos días después también se embargaron 185 libras de anfet
Massimiliano D’Angeloantonio asegura:
Tanto nosotros (Ros) como los colegas estadounidenses (DEA) ¡ pudimos dar cuenta de que la célula neoyorkina del cártel del Gc comandada por Heriberto Lazcano Lazcano, también estaba inte’ sada en individuar un nuevo mercado, es decir, el europeo y en 1 ticular el italiano.
Sabemos bien que el cártel del Golfo normalmente se orien al mercado estadounidense, pero el hecho de individuar la relaci
—que adquiría un carácter estructural— entre una organizaci criminal italiana y esta mexicana fue para nosotros una noved:
una novedad relevante.
Los agentes norteamericanos dieron a los italianos una info mación esencial: después del operativo de Atlanta (8 de abril C 2008), por medio de interceptaciones telefónicas se supo que miembros del cártel del Golfo habían acordado que desde e momento las transferencias de dinero vía terrestre hacia Méxi. debían fraccionarse y nunca superar el millón de dólares.
Al día siguiente de que los carabineros embargaron la cocaín; es decir, el 12 de abril, los Schirripa amanecieron con la sorpresa ¿ que se realizaba un operativo justo en su casa. La Procuraduría de Reggio Calabria había ordenado revisar la morada de familia.
Personal de Arma Territorial (otro departamento de los carabineros) seguía con perros y aun con herramientas para ejecutar la orden de excavación emitida por dicha procuraduría. Obviamente, no encontraron nada, aunque los Schirripa quedaron más asustados de lo que estaban.
Los miembros de esta familia lo comentaron a lo largo de ocho conversaciones que mantuvieron entre ellos en distintos momentos del día, desde las 7:00 hasta las 18:47 horas, de ese 12 de abril.
Pero no sólo hablaron sobre ese hecho. Los hombres de la familia, Pasquale y Giulio, continuaban en busca de quien pudiera prestarles dinero para pagar la cocaína que no se había podido vender. En ese momento aún no habían advertido que ya no estaba en su escondite.
Incluso el 15 de abril, a las 12:03 horas, se grababa esta conversación de Pasquale Schirripa:
“En estas condiciones, así le voy a hacer, la voy a desenterrar hoy y me la meto toda encima, quiero ver si me detienen, cosas del otro mundo, cosas como éstas a mi casa... cosa del otro mundo.”
Evidentemente, los agentes del ROS interpretaron que Pasquale se refería al estupefaciente que, creía, seguía enterrado, además de que en la conversación mostraba toda su ira por no encontrar quien los financiara para pagar a los mexicanos la deuda adquirida.
De hecho, Christopher Castellano, responsable de la deuda, seguía en espera del regreso de Giulio a Nueva York. Según fue registrado, diariamente le llamaba a Stacy para decirle que la amenaza persistía.
La mañana del 16 de abril Pasquale Pugliese acudió a casa de Aldo Carmelo Bombardieri; según las autoridades, este último tenía “algo” que darle.
Los días pasaban y Giulio seguía en Calabria sin poder irse a Estados Unidos, pues todavía no hallaba quien le hiciera el préstamo.
A través de intercepciones de los mensajes vía celular de Giuho Schirripa y Pasquale Pugliese realizados el 19 de abril, los carabineros se dieron cuenta de que al fin Giulio había encontrado a
una persona que lo financiara: Diego Lamanna,2 con varios a cedentes penales, especialmente por tráfico de estupefacientes su localidad natal. Asimismo, según los resultados de otra inve’ gación, llamada Arcoiris, llevada a cabo a finales de los novei Lamanna —a quien también se monitoreaba— contaba con 1 familiares con la ‘ndrina Longo-Versace que opera en esa zona
A las 19:21 horas, Lamanna le envió a Pasquale Pugliese mensaje por celular: “Esta noche, a las 8, 8:30, me confirman, el problema lo resuelvo seguro al cien por ciento el lunes al me día. ¡Estoy muy presionado!”
Por su parte, Giulio llamó por teléfono a Pasquale Puglie las 21:18 horas para decirle: “Estoy en casa porque tengo cita el doctor [Diego Lamanna]. Me mandó un mensaje donde me dicho que las noticias son cien por ciento buenas”.
Así parecía. El informe del ROS consigna que a las 11:36 día siguiente Pugliese contactó de nuevo a Giulio para que se’ ran, pues aquél quería explicarle en persona que Diego Lamas na había aceptado ser su “cobertura financiera”. De esta maner ambos podrían viajar de inmediato a Nueva York; Giulio lo h’ el 21 de abril para esperar a Pasquale, que lo haría al día siguiefl. con el dinero que le daría Diego.
Así, lo primero que hizo Giulio al llegar a su casa en el barr de Corona fue llamar a su mamá para recomendarle que no dara dar a Pasquale su número telefónico estadounidense.
Durante los 10 días que Pasquale estuvo en Nueva York, Giu’ ho Schirripa no se comunicó a la casa de Marina di Gioiosa Ion lo que tenía muy preocupadas a Teresa y Anna Maria, que inclusC llegaron a creer que habían sido arrestados.
2 Diego Lamanna nació en Polistena, provincia de Reggio Calabria, el 16 d enero de 1979.
Investigación Arcobaleno (arcoiris, en español), conducida por el Departamen— to Operativo de los Carabineros de Reggio Calabria a finales de 1990 e incluida en la ‘1 orden N. 15/98 RGIPDDA aplicada a la custodia preventiva en prisión.
No fue sino hasta el l de mayo, a las 18:58 horas, cuando Teresa recibió una llamada del menor de sus hijos en la que le formaba que “la tía Melina”, es decir, Pasquale Pughiese según los investigadores, regresaría a Calabria al día siguiente. También en clave, Giulio le dijo que había logrado la disponibilidad de “dos galletas”, es decir, dos kilos de cocaína, que transportaría Pugliese.
A las 9:20 de la noche, Pasquale Pughiese partía del aeropuerto JFK de Nueva York con destino a Roma, en el vuelo AZ 611. Al día siguiente, a las 11:30, debía tomar otro avión que lo llevaría a Lamezia Terme, en Calabria.
La indagación señala que, en todo momento, la policía conocía los movimientos de Pugliese, así que cuando éste pasó los controles del aeropuerto de Nueva York, los agentes de la agencia de la aduana estadounidense, conocida como Immigration and Customs Enforcement (ICE), fingieron no encontrar nada.
A las 21:00 horas del 2 de mayo, Giuhio le habló a su madre para cerciorarse de que Pasquale hubiera ido a buscarlos. La respuesta fue afirmativa, pero Teresa quería saber si su hijo había solucionado “lo otro”.
“Todo está igual —respondía Giuhio—, insisten, siempre a su modo, diciendo que no era un departamento pintado de blanco pero que definitivamente era un departamento, pero no sé, ahora veremos; yo ya hice cuanto podía hacer con todas mis fuerzas, aunque hubiera sido mejor que no hubiera hecho nada.”
Así, de las investigaciones resultaba que, mientras por un lado los Schirripa estaban tranquilos porque tenían un nuevo paquete de cocaína, por el otro los 3.334 kilos que imaginaban aún ocultos seguían siendo fuente de preocupación, porque quienes se los habían dado mantenían la presión por el pago.
Durante los días posteriores resurgirían las preocupaciones por las viejas deudas que había contraído la familia, tanto en Itaia como en Estados Unidos. Si bien el dinero que Pugliese I llevado a Nueva York calmó momentáneamente a los acreeda el tiempo pasaba y las deudas seguían creciendo.
El 3 de mayo, a las 21:46 horas, Pasquale Pugliese, desde teléfono público, contactó directamente a Giulio Schirripa. 1 le comentó que los mexicanos insistían en el pago pendiente o su caso, en viajar a Italia para inspeccionar la droga que no ha1 logrado vender.
En esta misma conversación, Pasquale le preguntó a Giu,., si había vuelto a ver a los “otros”; daba a entender que mientr habían estado juntos en Estados Unidos, se reunieron con c posibles distribuidores.
“Nada, cero completo, como lo dejaste tú”, le respondió Giul
Las llamadas posteriores de éste a su mamá traslucían la ans dad con la que vivía por la continua insistencia de los me por viajar a Italia y revisar la droga que, en tanto no se las ha pagado, seguían considerando suya.
A través de las conversaciones monitoreadas se podía intuir q los Schirripa ya sabían que la cocaína no estaba donde la ha enterrado, pues manifestaban mucha preocupación de que efect vamente los mexicanos viajaran para ver qué estaba pasando.
El 4 de mayo, a las 17:25 horas, Giuhio y Teresa co en clave y de manera muy confusa al respecto:
Giulio: Tengo a éstos que no dejan dejoderme con que quió ren venir acá [a Calabria].
Teresa: ¿Ah, sí? Habían dicho que no querían venir ¿y ahora quieren hacerlo?
Giulio: ¿Qué quieres que te diga? Se ve lo que puede hacer, u imitación de ésas que... porque si éste viene.., pero bueno, a mí qué me importa, tampoco es que les pueda decir que sí o que no. Se ve lo que se puede hacer... en cuatro y cuatro... ocho.
Teresa: ¿Y él qué dijo?
Giulio: Debe ver mamá, se lo dije, debe ver lo que puede hacer porque esto, martes o miércoles, debe venir, si no, regreso yo.
Teresa: ¡Virgen Santa del Carmen!
Giulio: ¿Qué quieres que diga, mamá, qué quieres que haga? Él dice que... esto acá... que hay uno ahí que dice que baja... que él lo ve. Yo le dije: “Está bien, ahora no hay problema”; le dije a él que viera lo que pueda hacer, un modelito, del mismo modelo, lo arregla él, que no es estúpido, cuesta 20 dólares agarrarla.
Teresa: Sí, sí, ¿y él qué dijo?
Giulio: Mamá, pues más o menos lo entendió, yo le expliqué, no creo que sea chueco, pero veremos qué se hace, los otros no lo hacen, si no, llamo a Luigino el Loco, que él lo hace.
Teresa: Ah, sí, sí.
Giulio: El problema acá, sabes cómo es, estoy en medio de la calle.
Teresa: Virgen mía.
Giulio: Ellos insisten, mamá, insisten, si no es por esto, dicen que es por esto, pero por cero no puede ser, ¿entonces nosotros qué debemos hacer? ¿Me disparo contra los cristianos? Ellos quieren que les pague y uno les dice “toma, aquí está tu dinero y adiós”, pero ¿dónde está el dinero? Yo estoy acá peor que antes.
Teresa: Peor, peor, Giulio, peor que antes.
Al día siguiente, 5 de mayo, Giulio llamó a su madre a las 16:06 horas para saber si tenían noticias de Pugliese, pues las presiones no paraban y él quería saber si habían conseguido dinero. La respuesta fue negativa, entonces, después de colgar con su hijo, ella llamó personalmente al celular de Pugliese, sin suerte, por lo que decidió que Anna Maria lo buscara.
Impaciente como nunca, según hicieron notar los agentes que los monitoreaban, Giulio volvía a buscar a su madre media hora después para saber si había novedades.
Teresa le comunicó que Anna sí había podido hablar Pugliese, y que además había quedado de ir con “el médico” decir, otra persona que les podía prestar.
A las 20:44 horas, Pugliese se comunicaba con Giulio:
Pasquale: ¿Cómo vamos?
Giulio: ¿Cómo vamos, Pasquale?, estamos en medio c calle.
Pasquale: Mira, por el hecho del departamento acá, tambiéi hablamos con tu padre y dice que no vale la pena que se les r tuya el departamento, que es mejor que, si nos empeñamos, dci tro de un mes vendamos éste de acá a la agencia de Milán, y un mes se paga. Ahora estoy yendo, por otra parte, quizá hay que quiere comprar, como te digo, no comprar, quiere financ para invertir en otro departamento, ¿no?
Giulio: ¿Eh?
Pasquale: Apenas regrese te haré saber, porque es capaz que quiera comprar un departamento de al menos tres recámaras.
Giulio: Sí, pero el problema es éste: ellos no quieren espe más, mi amigo de acá.
Pasquale: Ya entendí, ya entendí, digamos que, o me lo entf gan así, o me lo compro en otra parte.
Giulio: Ajá, pero ahora ¿qué debo decirles hoy en la noch Pasquale?
Pasquale: Les dices así: que el departamento se lo habías daø a la agencia acá para restaurarlo y venderlo, porque tenías coir promisos y porque sabías que estaba desvinculado, que no sa que les interesaba, ¿entiendes? Y que esto de acá te da la garani de que dentro de un mes te den el departamento, así se los puek des vender, ¿no? Les damos el dinero, ¿me explico? Vendido, damos el dinero y les pagamos el departamento.
Giulio: Caray, Dios.
Pasquale: De otra manera, no es bueno, ¿entiendes? Tú lo sabes, o5 dieron un departamento todo arruinado, todo desvencijado y uno va a hacer una figura de mierda, no es correcto, parece que te defraudan verdaderamente, ¿no? En cambio así, se hace correctamente porque ahora estoy viendo que quizá hay un financiador para otro departamento con tres recámaras y así hacemos que éste agarre el de acá y al otro le ajustamos este departamento y se lo damos. O le damos el departamento a él si quiere comprárselo ajustado o también le podemos dar el dinero que ya ha pagado y éste lo vendemos en otra parte.
Giulio: Caramba con la Virgen, no sé dónde me voy a meter esta noche.
Pasquale: Te digo, esto es todavía mejor, Giulio.
Giulio: Pasquale, hagamos lo que dices, pero, esto, no entiendo lo que dices, ahora ellos dicen así: “O tomamos el departamento y vienen acá, o me dan lo que es mío acá”, ahora no sé qué decirles, ¿qué les digo?
Pasquale: Se los damos, pues, esto, que tenías otros compromisos y que no sabías esto que me dijiste, que apenas cuando llegó aquí se lo diste a la agencia, y que éste de la agencia de Milán ya lo vendió.
Giulio: ¡Pero éste no me espera un mes, Pasquale!
Pasquale: Veamos si nos podemos adelantar, quizá un poco, se deben comenzar a arreglar, lo arreglamos antes, de cualquier forma lo arreglamos, no te preocupes, ¿entiendes? De cualquier modo.
Giulio: Entiendo que lo arreglamos de cualquier forma, pero el problema es que éstos de aquí vinieron a yerme ayer, y ahora también tienen un relajo en su casa, Pasquale, no son con los que hablamos, son otros dos que no sé quiénes son.
Pasquale: Entiendo.
Giulio: Dios mío.
Pasquale: ¿Y piensan que van ajoderse el dinero?
Giulio: Pasquale, qué chingados sé, es que las cosas se deb ver como están, todos de esta forma.
Pasquale: Espera un minuto, y si éste que quiere comprar departamento de tres recámaras, ¿lo hago que agarre el compn miso?
Giulio: Sí, Pasquale, el compromiso, el problema que tengo, que a éstos les tengo que dar una fecha y no les puedo decir ‘ mes, un mes de ninguna manera, que el gordo que vino ayer sa enloquecido.
Pasquale: Toma 15, toma 20, ya entendiste qué debemos ha ¿no? No digo tanto, al menos que la pintes, que la recubras, qt la arregles, no te hablo de cambiar el pavimento, con arreg1ari pavimento se pierde más tiempo, pero 15 días para pintarla, refr carla, se van.
Giulio: ¿Y aquí quién viene?
Pasquale: No te preocupes, no te preocupes, ¿ok? Hablama más tarde, ciao.
Giulio: Ciao.
Con el ejemplo de los departamentos, señala el informe, P’ quale había encontrado la solución al problema de la cocaína no se vendió, pues lo que quería era mezclarla con otra de mejot calidad que tenía que enviar Giulio (por eso días antes le habL preguntado por las “otras” personas). Sin embargo, como Giu estaba en Estados Unidos y enfrentaba a sus acreedores mexica nos, cada vez más agresivos, dudaba que fuera buena la propuesta de Pasquale.
Entre las nuevas personas que habían llegado a presionar a GiU4 ho Schirripa estaba Ignacio Alberto Díaz, alias Nacho.
La tardanza en los pagos también originaba problemas eni el propio Giulio y Christopher, a quien también seguían ame- nazando.
Un día después de la larga conversación con Pasquale Puglie— se, Giulio se comunicó con su madre para que lo buscara y le dijera que tenía que ir a Nueva York.
Para los agentes era evidente que Giulio no estaba de acuerdo con aceptar la propuesta de Pugliese, es decir, mezclar la dro— ga para engañar a algún “cliente”. Lo que él quería era recibir dinero en efectivo, porque tenía la posibilidad de comprar dos kilos más.
Para el 9 de mayo parecía que algo comenzaba a moverse... cuando Giulio le habló, pasaban de las 19:00 horas. Teresa, con una voz más tranquila de la que Giulio le había escuchado en días pasados, le contaba que por fin Pasquale había ido a verla y que le había asegurado que “antes de las dos de la mañana me traerá seis dólares”. Quería decir, 60000 dólares.
En la plática también le mencionaron que un contacto de Pugliese lo llevaría a Nueva York. Este dinero hubiera servido básicamente para pagar la droga que nunca pudieron vender.
Pero el dinero parecía no ser suficiente, pues en posteriores conversaciones Teresa le hacía saber a su hijo que tanto Anna Maria como el tío Pasquale estaban consiguiendo más, pues tampoco se olvidaban de que tenían que pagar por los otros dos kilos que habían encargado.
El lunes 19 de mayo, cuando Giulio habló con Teresa, se supo que todavía no había viajado nadie de Calabria a Estados Unidos; sin embargo, al día siguiente Giulio se comunicó de nuevo para avisarle, siempre en clave, que había mandado las “dos galletas”, pero que esta vez transitaba por la ciudad de Milán, aunque no debía de tardar más de dos días en llegar.
De cualquier forma, como el paquete podía ser monitoreado a través de internet, la autoridad italiana dio aviso a la agencia aduaLa mayor parte de las empresas que se dedican a los envíos de Estados Unidos a
Italia llegan o hacen escala en Milán.
nal estadounidense para que también monitoreara ese paquete q partía de Nueva York y debería llegar a Calabria.
El miércoles 21 de mayo, Giulio llamó a su madre para avis le que se mantuviera atenta, pues acababa de ver que “la tía” ha dejado Milán en punto de las 12:30 horas.
Inmediatamente después, Teresa llamó a Maria Argiro pai alertarla, pues creía que el paquete podría llegar a su casa, c había sucedido con el anterior, el 7 de abril, aunque después supo que Giulio había puesto como destinatario al propio Pasqu4 le Pugliese.
El paquete, que tardó en llegar un día más de lo previsto, decir, el viernes 23 de mayo en lugar del jueves 22 como haL calculado Giulio, fue entregado inmediatamente a Diego Lamar na de manos de Pugliese. De esto, reportaron los inve res, los Schirripa no vieron nada. En realidad, lo que para ello seguía siendo más urgente era el dinero para pagar las deudaa sobre todo las que tenían en Corona. Sin embargo, debían esp rar aún más.
De acuerdo con la investigación, la droga recién llegada estaba en proceso de ser analizada, tanto por la gente de Pugliese comØ por la de Lamanna. Hasta que se confirmara que lo que hal’ enviado Giulio era de buena calidad se haría el envío del dinero,:
Así se lo hacía saber (en jerga médica) Pasquale Pugliese a Tere-1 sa Roccisano a las 16:07 horas.
Pasquale: La hijita esta mañana tenía las anginas hinchadas,i pero a las cinco esperamos la respuesta de parte del doctor que hará el análisis.
Teresa: Está bien, así podrán hacer cita para llevarla.
Pugliese: Al menos así el doctor les dirá si pueden estar tran_ quilos, también porque está en puerta el viaje. Apenas tenga noti— cias del doctor, les llamo.
En ese mismo lenguaje, Teresa se comunicó con su hijo procurando calmarlo.
Teresa: La hija está un poco mejor y a las cinco tiene cita con el pediatra y después me llamará para decirme cómo está, de cualquier forma le ha asegurado que todo está bien.
A las 23:30 horas, Pasquale se comunicó con su hijo para ponerlo al tanto de las novedades.
Giulio: ¿Hola?
Pasquale: Sí, Giulio.
Giulio: Sí, papá.
Pasquale: ¿Qué haces?
Giulio: Estoy aquí, papá, acabo de salir de casa, dime.
Pasquale: Estoy llegando ahora.
Giulio: ¿Estás llegado ahora?
Pasquale: Sí.
Giulio: ¿El análisis, todo bien?
Pasquale: Eh, todo bien el análisis, el médico me dijo... pero dice que los resultados... que el jueves.
Giulio: ¿Cuándo?
Pasquale: El jueves.
Giulio: ¿Qué jueves?, ¿puedo esperar hasta el jueves?
Pasquale: Giulio, dice que no puede ser antes del jueves.
Giulio: Jueves, sólo me queda batirme con los cristianos el domingo, papá.
Pasquale: Virgen, ¿qué quieres que te diga, Giulio?, si a uno...
Giulio: Si les estoy diciendo que hace una semana que peleo, papá.
Pasquale: Sí, pero peleas y peleas, ¿y qué hacemos, Giulio? ¿Puedo ir por ellos y llevármelos?
EL EMBARGO DE LA COCAÍNA
Giulio: Les dijo que con ellos había enviado uno acá que l que... no puedo esperar más. Yo me bato con los cristianos esta de semana, papá, porque qué te crees, estoy peor que antes, que antes y no hay revisión de santos, no, papá.
Pasquale: Virgen del Carmen.
Giulio: Les había dicho, les hablé claro y les conté cómo la historia, si no, les decía que tomaba un avión y me iba para se los dije, ahora me tengo que batir con estas personas.
Pasquale: Giulio, toma el avión y yente.
Era evidente que Giulio se sentía más presionado Porque,j haber enviado el otro estupefaciente, no le quedaban más excua
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